07 agosto 2007

Los aditivos alimentarios

Un sándwich de jamón y queso, un refresco de cola, patatas fritas, una lata de atún, etc. En la mayor parte de los alimentos que ahora nos podemos encontrar en el supermercado contienen los llamados aditivos.

¿Qué son los aditivos? En España se considera aditivo a las sustancias añadidas de forma intencionada a los alimentos para mejorar su conservación y sus propiedades físicas, sabor, apariencia, etc., pero que no aumentan el valor nutritivo de dicho alimento.

Es una parte importante del alimento, por lo que está debidamente controlado por las instituciones para el cumplimiento de la legislación vigente. Por lo tanto, si se quiere añadir un aditivo a un alimento tiene que cumplir unas determinadas normas de uso:
- Utilizarlos sólo si son necesarios.
- Usarlos en condiciones de pureza.
- Que se puedan identificar análisis químicos sencillos.
- Que no supongan un peligro para la salud.
- Respetar las
dosis diarias aceptables.
- Ser un aditivo permitido según la legislación vigente.

Para saber si el alimento que vamos a consumir tiene algún tipo de aditivo, hay que fijarse en la etiqueta, en la parte de ingredientes. Se distinguen por su nomenclatura, que es la letra “E” seguido de un número (E-621). Esta codificación indica, aparte de tratarse de un aditivo, que está regulada por la Unión Europea y que, por consiguiente, tienen un gran control. También se puede encontrar en ve de la codificación con la letra “E” su nombre científico. En la parte del etiquetado de los ingredientes, el orden de estos significa la concentración que tienen en el producto. Por lo tanto, si un aditivo está delante de algún otro ingrediente quiere decir que está en mayor cantidad.

Estas sustancias se dividen en distintas clases, como son los que modifican las características organolépticas (el color, sabor y el aroma), los estabilizantes de características físicas y modificantes de la textura (emulgentes, emulsionantes, gelificantes, antiespumantes, antiaglutinantes, endurecedores, humectantes, anticristales, acidulantes, alcalinizantes y neutralizantes), los que inhiben la alteración del alimento (químicos y biológicos) y los correctores y mejoradotes (mejoradotes de la panificación, correctores de la vinificación y los reguladores de maduración).

A los aditivos no se les puede considerar ni buenos ni malos, sólo se le puede denominar así según la concentración de dicho aditivo en un alimento, lo que le puede llegar a ser perjudicial para la salud. A veces hay un rechazo a dichas sustancias debido a que con ellos parece que se da una imagen del alimento que no es la propia, ya que se puede vender con mayor calidad que la que tiene si se modifica el aspecto. También se puede considerar que existe un engaño pues se puede utilizar potenciadores del sabor para rebajar la cantidad de fruta en yogures o en los sobres de sopa.

Pero no todo es malo, ya que con los aditivos se alarga la vida del alimento y se asegura muchas veces la ausencia de algún tipo de contaminación en el alimento. En la antigüedad ya se hacían determinados tratamientos para que se pudiesen conservar en épocas de escasez de alimento, como puede ser el salazón, el ahumado, la desecación, o hasta la uperización de la leche. Aún en día se siguen usando estos métodos para alargar las posibilidades a los alimentos, y se ha dado un paso más con el descubrimiento de los aditivos.

Los aditivos pueden ser de origen natural o elaborados en laboratorios. Tanto uno como otros han dado algún problema de alergia en personas con alguna intolerancia alimentaria.

Cada aditivo tiene una función específica por la que se añade al alimento:
Colorantes: se añade para mejorar el aspecto y que sean más apetecibles, o en algunos casos que durante el proceso de elaboración ha perdido su color. Este tipo de aditivos no es realmente necesario en los alimentos, y da la sensación que con su utilización se está tapando la mala calidad de dicho alimento.
Edulcorantes: se utilizan para dar sabor dulce a ciertos alimentos sin azúcar aptos para diabéticos, o a productos bajo en calorías o light.
Potenciadores del sabor: se usan en productos de sabores fuertes y concentrados.
Estabilizantes y emulsionantes: sirven para elaborar mezclas de agua con grasa que de forma natural es imposible mantener.
Espesantes/gelificantes: sirve para aumentar la viscosidad o para espesarlo.
Acidulantes: modifican la acidez del alimento retrasando la aparición de hongos y bacterias.
Antimicrobianos: protegen contra los microorganismos nocivos para los humanos que alteran los alimentos y causar intoxicación alimentaria.
Antioxidantes: se utilizan en los alimentos grasos para que no se pongan rancios y para que las vitaminas liposolubles no se oxiden.

Si se quiere evitar el consumo de todo tipo de aditivos, lo más recomendable es consumir productos ecológicos, ya que son los únicos que garantizan su total ausencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola, creo que hablar de aditivos alimentarios es muy atinado ya que la mayoria de las personas los consumimos a diario sin saber que repercusiones a la salud nos pueden atraer. exelecte informacion gracias. drajazmine@hotmail.com